Germano Almeida
Os Dois Irmãos
Editorial Caminho, 1995
¿Es posible que los juicios, los juicios en solemnes tribunales, sirvan para entender la
realidad, para contemplar las relaciones humanas, para concebir los mecanismos
sociales y políticos que se estipulan en las sociedades? Depende. Es cierto que
un juicio es una representación de lo real, de un hecho concreto que se da en
la vida, pero se analiza desde la perspectiva del derecho. Y el derecho es la
normativización de los comportamientos humanos. La cuestión es si dicha
normativización se da a partir de la normalidad con que asumimos los hechos,
los valoramos más o menos colectivamente y luego los recogen las leyes o, por el contrario,
normalizamos los hechos a partir de cómo lo contempla la ley. Es decir, si el
derecho recoge lo que la sociedad, a través de varios mecanismos sociales y
políticos, considera lo normal y lo convierte en normativo, en normal, o, por
el contrario, adaptamos el comportamiento humano a esa ley que en las
sociedades democráticas se dictan por medio de los poderes legislativos y luego
esa ley pasa a ser aplicada por los tribunales de justicia, en teoría
independientes de los primeros. En otros regímenes la ley se aprueba sin
mecanismos de discusión y control democráticos o incluso nace de la mera
arbitrariedad de un sujeto o grupo de sujetos. En todo caso, es la violencia la
que permite que se aplique la ley. El Estado ejerce el monopolio de la
violencia. Si un sujeto mata a otro, ese hecho es un asesinato o un homicidio,
o sea, un delito, pero si el Estado, a través de los tribunales, aplica la pena
de muerte, allí donde se ejerce esta medida extrema, o bombardea un país y mata
a una o varias personas, entonces no hay ese elemento delictivo y desaparece la
necesidad de aplicar leyes penales, salvo que ese Estado, ha ocurrido, sea
invadido y se ejerza la justicia, con los problemas que se dan cuando esto ocurre,
saber qué ley se aplica, si el derecho positivo, esto es, las normas aprobadas
de forma legítima, o un derecho natural que resulta difícil definir. Pero es
otro debate mucho más complicado.
En todo caso lo anterior no responde la pregunta inicial.
¿Es posible que los juicios reflejen la realidad?¿Es posible que nos hagamos
una idea de cómo es una determinada sociedad si asistimos a los juicios que se
llevan a cabo en su seno? El cine ha explotado hasta la saciedad el mundo de la
justicia, 12 hombres sin piedad o La Caja de Música son dos títulos que me
vienen a la memoria a bote pronto. También la literatura se ha acercado al
derecho, la novela que saco a colación, por ejemplo, Os Dois Irmãos del escritor Germano Almeida, que además, para
redondear, es también abogado y que nos propone una historia judicial en un pequeño
país, además, marginal, el suyo, Cabo Verde.
El autor narra el juicio de André, emigrante como buena
parte de la población caboverdiana, en su caso en Portugal, la antigua
metrópoli, que mata, movido por los celos, a su hermano João durante una visita
a la isla de Santiago. Se lleva a cabo la correspondiente instrucción y el
juicio donde declaran varios testigos y también el acusado, y atendemos a las
reflexiones del abogado defensor, del ministerio público y del propio juez,
algunas de ellas referidas a las condiciones en que se realiza el referido
proceso, que tiene que ver con la situación de Cabo Verde después de la
independencia del país. Por tanto sí que podemos conocer algo más el contexto
en que se desarrollan los hechos. De este modo, conocemos también los detalles
del proceso nos permiten ir conociendo algo del mundo en que se desenvuelven
las vidas de los afectados y quienes las observan para aclarar la
responsabilidad penal de André. El propio autor nos aclara al principio que la
historia está basada en un acontecimiento real ocurrido en 1976, con lo que
Germano Almeida nos traslada a un juicio en el que él mismo participó.
De este modo la novela, porque es la novela la que nos lo
describe, recoge una parcela de la sociedad. Hay que recordar en este sentido
que un juicio lo que atiende son hechos concretos, no se pueden las partes ir
por las ramas y muchas veces el juez debe recordar al abogado y al acusador que
lo que se analiza son unos hechos y no contextos ni antecedentes que no ayudan
a encuadrar lo instruido en un marco legal. Es por tanto la novela, en este
caso, la que nos permite una visión de
la realidad caboverdiana. Marx afirmaba que había aprendido mucha más
sociología en las novelas de Balzac que en los profundos estudios sociales de
su época, jurídicos incluidos. Y quizá esto responda en parte a la pregunta del
principio: el derecho es un barniz de la realidad, un intento de adecuar los
comportamientos humanos al encaje del Estado –y el derecho, como la política,
es la continuación de la guerra, según se desprende de Foucault- y de ahí que
sólo sea posible obtener una visión completa de la vida cuando convertimos el
juicio en literatura.
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