La guionista y
realizadora María Larrea sorprendió este año con la publicación de su primera
novela, Les gens de Bilbao naissent où
ils veulent, finalista en el Premio de novela FNAC 2022 y que ha publicado
la editorial Grasset. En ella narra el descubrimiento de la narradora ya no
sólo de su condición de niña adoptada, sino de haberlo sido tras un proceso a
todas luces ilegal. La novela cuenta una historia real, la que le sucedió a la
propia autora, una mujer nacida en Bilbao y que fue entregada a una pareja de
emigrantes españoles en Francia, previo pago. Lo que asombra es que dicho acto
se produjera cuando ya se había dejado atrás el franquismo e incluso había
culminado el proceso de la transición. Se trata de uno de los hechos más
oscuros de esos años de dictadura, cuyo final pactado, la transición, conllevó
muchos silencios y la asunción de no pocos olvidos, acordados en pos de una «reconciliación
nacional» que contó incluso con el acuerdo de los dos principales partidos de
la oposición.
Es sabido que durante los
años más duros de la represión franquista, los posteriores al final de la
guerra civil y hasta bien entrados los cincuenta, se obligó a muchas presas
republicanas a ceder a sus hijos, los cuales se entregaban a familias pudientes
afines al régimen. Algunos médicos y también algunas órdenes religiosas se
convirtieron en cómplices de este mercadeo de niños y robo de bebés e incluso,
con posterioridad, se volvió un hecho sistémico, se extendió a otros ámbitos,
no sólo el de las cárceles, sino también al de la asistencia social, y la
compraventa de niños se amplió también a otros sectores sociales menos
pudientes.
Pero lo que clama al
cielo es que esa práctica se extendiera más allá de la dictadura, alcanza
incluso a la década de los ochenta, sin duda se amparaban las redes en ese
política de reconciliación que supuso no asumir los efectos más terribles del
régimen anterior, aquellos que quebrantaban los derechos más mínimos y la
dignidad de las personas, como denuncian incluso asociaciones de derechos
humanos, entre ellas Amnesty International (https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/reportajes/sustracciones-ilegales-de-bebes-en-espana-durante-franquismo-y-democracia/
). Es evidente que tales actos se encuadraban en una legalidad vigente, aunque
en muchos casos, como el que se cuenta en la novela de María Larrea, ni
siquiera se respetaron los procedimientos establecidos, se llevaron a cabo al
margen de esa misma legislación, mero mercado negro de personas. Pero es
también evidente que esa legalidad era arbitraria y se basaba en la negación de
buena parte de la población, perseguida, reprimida y carente de las más mínimas
herramientas de intervención social, ni siquiera del control de sus propias
vidas.
Se han creado
asociaciones que buscan aclarar las consecuencias de estas prácticas, aunque el
tiempo ha pasado, muchos de los responsables han muerto, y sin duda cada vez
será más difícil dilucidar lo ocurrido. Surgen, no obstante, los testimonios,
como el de esta autora que va mostrando en su libro el desbarajusto emocional que
produce la conciencia de lo sucedido. En su caso, el proceso no es en exceso
traumático, hay además un desenlace y sin duda una asunción de la historia
personal. Aunque puede que no sea siempre así entre los muchos casos, siempre
demasiados, existentes.