miércoles, 18 de octubre de 2023

Adania Shibli

 


Todo empezó el año pasado a raíz de la invasión rusa a Ucrania. La reacción europea contra la agresión rusa conllevó, entre otras delicias, la suspensión de un curso sobre Dostoievski en la Universidad de Milán y que la Filmoteca de Andalucía quitara de su programación la película Solaris de Tarkovsky. Se propuso incluso derribar la estatua del escritor ruso en Florencia, disparate este que por suerte no contó con la anuencia del alcalde de la ciudad, que en un arrebato de sentido común tan escaso en el jardín europeo vio claro el catetismo de este despropósito, por decirlo de un modo suave.

Este año, ante esta nueva fase del conflicto entre Israel y Palestina con una nueva masacre en marcha, la Feria del Libro de Frankfurt ha cancelado la concesión de un galardón a la escritora Adania Shibli, autora de la novela Un detalle menor, ambientada en 1948 en la tierra hoy de nuevo ensangrentada. El director de la feria lo justifica alegando la condena al atentado sangriento de Hamás. Poco importa que Adania Shibli, palestina ella, en efecto, nada tenga que ver con la organización reaccionaria, como tampoco tiene que ver con el fundamentalismo la mayoría de los habitantes de Gaza ni los muchos manifestantes que han reaccionado a esta situación, aun cuando haya quienes vean en estas concentraciones una llamada a la Yihad que sólo existe en unas mentes que amparan un discurso cerrado de bloques, el nosotros y el ellos, que invocan pagar los muertos con más muertos, da igual de donde salgan los mismos.

Es evidente que está reacción sin sentido contra la cultura es apenas una anécdota menor ante la catástrofe de la guerra y el ataque encarnizado contra los civiles, que al final, como en Ucrania o como en cualquier otra parte, son los que sufren las decisiones ajenas, las de los Estados, las de los dirigentes que se arrogan la representatividad, las de los intereses comerciales de la industria de la guerra, que son al fin quienes sacan tajada de todo esto. Quizá porque la cultura es uno de los pocos ámbitos de sensatez que caben ante tanto disparate criminal.

Lo de hacerle pagar a Dostoievski el desatino de ocupar un país, cualquiera que fueran los argumentos esgrimidos, y bombardear un territorio, por tanto a una población civil, es una majadería en toda regla, una patochada, un absurdo que refleja bien a las claras una mentalidad cuanto menos estúpida. El que se suspenda la concesión del galardón sólo porque la autora en cuestión sea palestina supone legitimar a su vez un ataque desproporcionado e injusto a una población que no es responsable del atentado, bastante tiene con sobrevivir en su situación. Las instituciones culturales, en vez de ser puente y permitir la comunicación y el conocimiento, toman partido por la barbarie.

No he leído Un detalle menor, publicada en España por Hoja de Lata, ni siquiera conocía a esta autora, pero sin duda el (mal) gesto de la cancelación es una invitación para leerla, como habría que leer a los autores israelíes, sin duda más interesantes para conocer la realidad que los discursos llenos de odio de parte de los dirigentes políticos y militares locales. O de los silencios cómplices esparcidos por el mundo. Ha quedado claro una vez más que quienes fomentan las guerras no sólo asesinan, también pretenden silenciar las voces que explican las intrahistorias de los pueblos. Da igual de que bando sean.