martes, 3 de mayo de 2016

Camilo Pessanha

Choveu; e logo da terra humosa
irrompe o campo das liliáceas.
Foi bem fecunda, a estação pluviosa!
Que vigor no campo das liliáceas!


Calquem, recalquem, não o afogam.
Deixem. Não calquem. Que tudo invadam
não as extinguem, porque as degradam?
Para que as calcam? Não as afogam.


Olhem o fogo que anda na serra.
É a queimada... Que lumaréu!
Podem calcá-lo, deitar-lhe terra,
Que não apagam o lumáreu.


Deixem! Não calquem! Deixem arder.
Se aqui o pisam, rebenta além.
-E se arde tudo?- Isso que tem!
Deitam-lhe fogo, é para arder

Camilo Pessanha es uno de esos autores de un sólo libro, pero que deja sin duda una huella en la literatura. Tal vez sea un tópico, pero es real. Claro que muchos de estos autores acaban siendo olvidados, apenas leídos por un grupo reducido de lectores, los más asiduos a la poesía o los estudiosos, sean o no académicos (academicistas).
No es justo, a todas luces el olvido no siempre es justo. Claro que hay más escritores olvidados, de esos que Cronos devora sin atisbo de culpa, algunos incluso de notable calidad, que escritores que mantengamos vivos en la memoria. Siempre habrá libros que no podamos leer por falta de tiempo, más sin duda que los que hayamos leído a lo largo de toda una vida.
Nació Pessanha en Coimbra en 1867 y asistirá a acontecimientos importantes en ese final de siglo, como ese ultimátum británico a Lisboa en 1890, cuatro años antes de su partida a Macao, donde morirá. También le alcanzarán los ecos de las Conferencias del Casino que él no conoció directamente, se celebraron en 1871, cuando apenas contaba con cinco años, y que fueron organizadas por una generación de escritores con tanta incidencia en la cultura, pero también en la reflexión social y política de un país que se sabe periférico.
Por cierto, nace Pessanaha cuando muere Baudelaire y en 1896 muere otro poeta clave, Verlaine, que tanto influye entre los escritores portugueses. De hecho, es un gran lector de Verlaine, como lo es de Rubén Darío, de quien obtiene no pocas influencias y que a su vez influirá en España.
Camilo Pessanha decide por tanto irse a un rincón periférico de ese imperio forjado por un país periférico. Marcha a Macao y allí ejercerá de profesor, de responsable del Registro Inmobiliario, incluso de Juez, para volver a ser profesor. Conocerá la cultura china y coleccionará antigüedades orientales. Se aficionará también al opio. Como se convierte en un escritor de esos que denominan simbolista, a la historia de la literatura le gusta clasificar a los autores como si pertenecieran a las ciencias naturales, es fácil que se busquen significados y causas para escribir lo que escribió. La profesora Esther de Lemos nos advierte, no obstante: “Intentar sacar a la luz las raíces subconscientes, celosamente ocultas, es tarea ingrata que no adelanta nada para su verdadera comprensión”.
Como ya se ha dicho, es un escritor de un solo libro, Clepsidra, que va tejiendo a lo largo de su vida. Publica quince de sus poemas en 1916, hace ya un siglo, en la revista Centauro, que edita Luis de Montalvor. Cuatro años después aparecerá una primera edición del libro. A punto estuvo también de publicar en la revista Orpheu, de Fernando Pessoa, pero el tercer número de la revista, ya preparado, no verá la luz.
Abúlico y enfermo, pesimista, considerado“o poeta da dor espiritual”, morirá en 1926 en la lejana Macao, que tanto amaría sin duda.

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