Durante la IIª Guerra Mundial el régimen de Salazar se mantuvo
neutral. Lisboa, no obstante, se convirtió en el puerto de salida de miles de
personas que huían del nazismo y de la guerra con destino América. Pero además
Portugal, por su posición atlántica y sus colonias en África, podía volverse un
problema para Alemania si se aliaba a Gran Bretaña, cortando así las ansias
expansionistas del IIIer. Reich. El objetivo era aislar a los británicos, para
lo cual Alemania proyectó un plan, la Operación Félix, con la intención de
limitar, incluso impedir, la libre circulación por el Atlántico de los navíos del
Reino Unido. Ya había conversaciones con la España de Franco para invadir
Gibraltar, un lugar clave para el ejército británico y un territorio una y mil
veces reclamado por España. El Reich se planteó también invadir Portugal y así
impedir de raíz cualquier tentación del gobierno de Salazar de dar cobertura al
gobierno de Londres.
La Dirección de Operaciones Espaciales (Special Operations Executive – SOE) organizó la denominada red
Shell, un servicio de agentes y espías cuya principal tapadera era sobre todo
dicha empresa de distribución energética de los que muchos de ellos eran
empleados, de allí su nombre, con el fin de boicotear, llegado el caso, la
ocupación de Portugal. Se montó un sistema de comunicación en clave,
imprescindible para poder transmitir la información que la red de espías y
agentes necesitaban que llegara con seguridad a los responsables en Londres.
Había que prever varios medios de transmisión. Para ello contó, entre otros,
con un empleado de CTT, el servicio portugués de correos, teléfonos y
telégrafos, un ciudadano de Portugal, convencido demócrata, enemigo acérrimo de
Salazar y del fascismo, Cândido de Oliveira.
Contra lo que se pudiera pensar, no se trataba de un tipo gris,
introvertido, apartado del mundo, según los cánones al uso en el género de
espionaje. Cândido Plácido Fernandes de Oliveira era desde 1912, año en que
debutó en el fútbol a través de la asociación lisboeta, un jugador reconocido
entre los aficionados. Entre 1914 y 1920 jugó en el Benfica, uno de los mejores
equipos futbolísticos portugueses. En 1920 fundó, junto a otros antiguos
beneficiados de la Casa Pía lisboeta, como lo fue el propio Oliveira, la Casa
Pía Atlético Club, con la que jugó otros seis años. En estos tiempos se funda
la Selección Portuguesa de Fútbol, que se estrena el 18 de diciembre de 1921,
en un partido con España, y aunque perdió, los medios de comunicación
destacaron el estilo de Cândido de Oliveira, que fue el primer capitán del
equipo. No en vano, nadie ponía en duda su capacidad física, se trataba al fin
y al cabo de un gran aficionado al deporte, practicaba incluso, entre otros, la
lucha grecolatina.
Pero además era un lector empedernido. Le interesa sobre todo la
literatura clásica que lee con fruición. Posee una desbordante imaginación, le
recuerdan como contador de historias, algunas inventadas mientras las narra,
para entretenimiento de sus colegas de equipo, y es su enorme capacidad
comunicativa lo que le permite desarrollar su otra faceta, la de fino cronista
deportivo en los medios de comunicación, como la revista Stadium, de aquella
época o A Bola, que funda en 1945, y
que se convierte en el principal medio deportivo, con unas crónicas las suyas
leídas con pasión e interés. Compagina su labor periodística, una vez abandona
el juego tras doce años como futbolista, con el puesto de entrenador de varios
equipos, incluso llega a estar en Brasil como entrenador del Flamingo de Río de
Janeiro.
Sin embargo, no concibe el puesto de entrenador como una profesión. El
fútbol de ese momento comienza a profesionalizarse, ciertamente, pero está muy
lejos del nivel al que ha llegado en nuestros días. De ahí que Cândido de
Oliveira entre a trabajar en CTT. Tampoco olvida la realidad que le circunda,
esa dictadura en Portugal que impide la libre circulación de las ideas, que
persigue cualquier disidencia, que se basa en la opresión, opresión que mata y
tortura a los disidentes. Además, está lo que ocurre en Europa, la terrible
guerra civil que afecta al país vecino, a España, y que culmina con una nueva
dictadura. Alemania está gobernada a su vez por una ideología criminal, racista
y reaccionaria, se convierte en una verdadera amenaza para las pocas
democracias que van quedando en el continente y la expansión del IIIer. Reich,
al iniciarse la guerra, es un nuevo peligro que, Cândido de Oliveira está
convencido de ello, hay que combatir. Con la discreción imprescindible en un
país como Portugal, bajo el régimen autoritario de Salazar, el exjugador de
fútbol y flamante entrenador va hablando con personas de confianza. Es así como
entra en contacto con una resistencia que, ante el peligro de ocupación
alemana, se pone al servicio del contraespionaje británico. El 23 de abril de
1941 el abogado inglés John Beevor, residente en Lisboa, notifica a Londres la
incorporación de un nuevo agente, «Pax»
será su nombre en clave, experto en telecomunicaciones.
Durante poco más de un año ejerce sus funciones como espía para la red
SHELL. En junio de 1942, ya bajo sospechas de la Policía de Vigilancia y
Defensa del Estado (PVDE, en 1945 cambiara la V por la I de Internacional, la
sangrienta PIDE), es detenido y se le lleva al campo de concentración de
Tarrafal, en Cabo Verde, situado en una zona pantanosa de la Isla de Santiago y
donde permanecerá como preso hasta enero de 1944. Regresa a Lisboa donde se va
incorporando en la medida de lo posible a la normalidad. Vuelve a su pasión
periodística y funda en 1945 la revista A
Bola. De su paso por Tarrafal quedan sus impresiones que escribirá,
resultando un libro, O pântano da morte,
que aparecerá publicado una vez se derroca la dictadura, en 1974, tras la
Revolución de los Cláveles.
No llega sin embargo a vivir ese día de Abril del 74 en que un puñado
de capitanes asesta un golpe mortal al régimen. Muere mucho antes, en 1958, durante
el transcurso de la Copa del Mundo de la Fifa que tiene lugar en Estocolmo
donde estaba cubriendo para su revista el evento deportivo.
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