El 8 de Abril es el día del Pueblo Gitano. Cierto: esto de los días dedicados a algo, a alguien, a un pueblo o a una buena causa puede parecernos una forma de limpiar la conciencia, quedarnos a gusto un solo día y luego olvidarnos el resto del año. Sin embargo, sujetos como estamos a nuestras olvidadizas cotidianidades, tal vez no sea malo esto de llamar la atención, aunque sea una vez al año, y recordar que allí están, los gitanos, romaníes, zíngaros, rom o sinti. En España, por ejemplo, que intentó en los últimos cuarenta años establecer un intento de convivencia entre pueblos y lenguas -no entro a valorar los resultados, es otro debate-, el gran olvidado, de nuevo, ha sido el pueblo gitano: ninguna mención, ningún reconocimiento de su cultura propia, ningún mecanismo de engranaje en el aparato del Estado, apenas unos pocos gestos que se han quedado en eso, en meras actitudes para cumplir el expediente.
Claro que España no es el único caso, toda Europa ignora en gran medida a esta comunidad y en algunas zonas aún persiste un agresivo rechazo. No ha habido en ningún país, por ejemplo, el reconocimiento oficial de sus lenguas. El caló, una de las lenguas habladas por los gitanos, sobre todo en Francia, España y Portugal, tiene unos ciento cincuenta mil hablantes, una minoría, en efecto, pero una lengua, al fin y al cabo, que ha influido en el castellano a través de algunas palabras que han pasado a su vocabulario, y que merece también su reconocimiento. Otra de esas lenguas es el erromintxela, una lengua pidgín hablada en el País Vasco y Navarra.
Podríamos seguir hablando de las marginaciones concretas, del racismo, también de los problemas de adaptación, que también los hay entre las comunidades gitanas, pero creo que todo esto resulta bastante sabido y lo importante ahora es que consigamos darle la vuelta a la imagen de ese pueblo y hablemos de su aportación a la cultura, la de la música, la que ahora mismo más nos llama la atención, pero también a otras manifestaciones humanas importantes. En Portugal o España, por ejemplo, forman parte de nuestro paisaje urbano, nos interrelacionamos con ellos, a veces sin darnos cuenta, en mercadillos, por ejemplo, pero cada vez más en el trabajo o en los centros de estudio. En este sentido, ha aumentado el número de estudiantes de origen gitano en la universidad, una buena parte mujeres, algo importante si tenemos en cuenta que muchos de los cambios positivos en cualquier comunidad se producen por medio de las mujeres. En muchos barrios se han vuelto nuestros vecinos y aunque mantengamos muchos clichés, lo cierto es que son más los puntos en común que las diferencias.
Hay un enorme número de asociaciones y entidades gitanas que están trabajando a favor de las mejoras en sus condiciones de vida y por aparecer en el conjunto de la sociedad como una parte más. Hoy todas estas asociaciones saldrán a la calle para festejar su día y seguir combatiendo estereotipos y exclusiones, para lograr ese reconocimiento público que hoy no tienen.
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