jueves, 22 de septiembre de 2016

Amílcar Cabral

           teus montes e teus vales
           não sentiram passar os tempos
           e ficaram no mundo dos teus sonhos

                                             del poema Ilha


En diciembre de 1941 Juvenal Cabral, profesor de primaria en Cabo Verde, escribe al Ministro portugués de las Colonias, Vieira Machado, de visita en Praia, una carta en la que le propone algunas medidas para luchar contra la sequía que padecen las islas. Sabe de lo que habla: su abuelo materno es propietario de tierras, la agricultura es algo que se vive muy de cerca en su ámbito familiar, pero sin duda también una gran parte de sus alumnos proceden de familias que trabajan la tierra y que sufren a su vez los efectos de la seca. No parece que la carta tenga mucha repercusión en la acción del gobierno, es posible que ni siquiera fuese leída, ni por supuesto tampoco en las autoridades coloniales. Las islas seguirán con sus problemas de agua, a todas luces insuficiente para el trabajo agrícola. La abundante agua del mar salada no sirve para tales menesteres. Juvenal Cabral seguirá preocupado por dicha situación y por el estado de las tierras y de los campesinos, que a todas luces no pueden remontar si no se varía esa dejadez en la que viven. Es algo que está en boca de todos, se habla y se discute con preocupación este estado de cosas, por supuesto está también está presente en la familia Cabral, en las preocupaciones cotidianas de profesor que expondrá con frecuencia en su casa.

Cuatro años más tarde, influido por ese ambiente agrícola y esa preocupación por las tierras, el hijo de Juvenal Cabral, Amílcar, se trasladará a Lisboa para estudiar agronomía. Sin embargo, en 1941, cuando su padre escribe la carta al ministro, el joven Amílcar parece más interesado por la poesía. Escribe poemas, muchos de ellos amorosos, casi todos influidos por la literatura clásica, no en vano la biblioteca familiar está repleta de libros griegos y latinos, herencia del otro abuelo de su padre -fue él quien eligió el nombre de Juvenal para su nieto e influirá indirectamente en el nombre de su biznieto-, poemas que firmará en esos momentos como Larbac, anagrama de su apellido. La literatura estará siempre muy presente en la vida de Amílcar Cabral, a pesar de que la vida le conducirá por otros derroteros.

Porque cuando llega a Lisboa, a finales de 1945, se vive cierta efervescencia política y social, hay un momento de ilusión ante las posibilidades de cambio que pudiera transformar Portugal y, por ende, las colonias. Aunque procede de Cabo Verde, Amílcar Cabral ha nacido en Bafatá, en Guinea. De hecho, Guinea-Bissau y Cabo Verde están íntimamente ligadas entre sí, hay en ese momento un sentimiento de pertenencia a un mismo país, comparten el crioulo, una lengua franca que se habla en el territorio continental y en el archipiélago de los Bijagos por etnias que hablan a su vez muchas lenguas y dialectos diferentes mientras que en Cabo Verde es la lengua más presente junto al portugués. Pero además, en Lisboa. hay muchos estudiantes de las otras colonias portuguesas en África, de Angola, Mozambique y Santo Tomé y Principe, entre ellos hay una enorme convivencia en la Casa de los Estudiantes del Imperio -Pepetela describe este centro en su novela A Geração da utopia-, que se convierte en el centro de los estudiantes africanos, y se relacionan también con estudiantes de la metrópoli que ya empiezan a manifestar un profundo rechazo al régimen dictatorial.


Son años en que la conciencia de africanidad se da también entre los estudiantes de otras colonias europeas. No es algo nuevo que llegue de pronto, pero rebrota con fuerza y se extiende entre poblaciones que reclaman abiertamente su deseo de tomar el control de sus sociedades, de sus países, en formas sin duda muy diferentes, con grandes discrepancias entre los diversos núcleos, pero con una voluntad clara de emancipación. Leopold Sedar Senghor publica unaAnthologie de la nouvelle poèsie négre et malgache, por la que Amílcar Cabral se interesa. Está latente el tema de la negritud y de las relaciones entre blancos, negros y mestizos. No en vano Cabo Verde es un caso algo diferente al resto de África pues su población desciende en gran medida de la mezcla entre etnias, en unas islas que apenas contaba con población hasta el siglo XVI y donde se da hoy una proporción muy alta de mestizos.

Marcha de la metrópoli en 1952 y se establece en Bissau, donde comenzará su activismo tanto en el ámbito profesional como político. Es ese papel destacado entre los núcleos guineanos lo que le reportará no pocos problemas. En 1955 se le ordena abandonar Bissau y el territorio continental de Guinea, a donde sólo podrá viajar una vez al año para visitar a la familia. Aprovecha una de esas visitas para fundar, el 19 de septiembre de 1959, el Partido Africano para la Independencia de Guinea y Cabo Verde (PAIGC), junto a otros activistas. Son años en los que participa en varios foros internacionales por la descolonización. Aunque se optará al final por la lucha armada, como ya ocurre en Angola y en Mozambique, hay en el ideario de Amílcar Cabral una profunda vocación negociadora, que por desgracia el régimen salazarista no atiende en absoluto. Tiene también muy claro que esa necesidad de reafricanización de los espíritus que reclama no se dirige contra los tugas, los portugueses, que sufren también la dictadura, por lo que presta atención a las alianzas de las organizaciones antifascistas, cualquiera que sea el ámbito territorial en la que actúen.

La guerra colonial en Guinea Bissau será cruenta, brutal, y determinará en gran medida a que una parte de los soldados portugueses acaben apoyando el movimiento de los capitanes que desencadenará la revolución de los claveles en 1974. Por desgracia, Amílcar Cabral no lo verá, muere asesinado en enero de 1973 en Conakry por una facción del PAIGC que es desactivada horas después por mandato de Seku Turé, presidente de Guinea-Conakry, donde se hallaba refugiado Cabral y parte de la dirección del partido. Este hecho no beneficiará al ejército portugués, al contrario, se intensifica la guerra que se detendrá tras el 25 de abril de 1974. Unos meses antes, el 24 de septiembre de 1973, se había declarado unilateralmente la independencia.


Amílcar Cabral, poeta, político, agrónomo, es hoy unas de las figuras claves no sólo en Cabo Verde y Guinea Bissau, sino en toda África y que sigue siendo reivindicada por el pensamiento político y social actual.

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