teus montes e teus vales
não sentiram passar os tempos
e ficaram no mundo dos teus sonhos
del poema Ilha
En diciembre de 1941 Juvenal Cabral, profesor de primaria en Cabo
Verde, escribe al Ministro portugués de las Colonias, Vieira Machado, de visita
en Praia, una carta en la que le propone algunas medidas para luchar contra la
sequía que padecen las islas. Sabe de lo que habla: su abuelo materno es
propietario de tierras, la agricultura es algo que se vive muy de cerca en su
ámbito familiar, pero sin duda también una gran parte de sus alumnos proceden
de familias que trabajan la tierra y que sufren a su vez los efectos de la seca. No parece que la carta tenga mucha
repercusión en la acción del gobierno, es posible que ni siquiera fuese leída,
ni por supuesto tampoco en las autoridades coloniales. Las islas seguirán con
sus problemas de agua, a todas luces insuficiente para el trabajo agrícola. La
abundante agua del mar salada no sirve para tales menesteres. Juvenal Cabral
seguirá preocupado por dicha situación y por el estado de las tierras y de los
campesinos, que a todas luces no pueden remontar si no se varía esa dejadez en
la que viven. Es algo que está en boca de todos, se habla y se discute con
preocupación este estado de cosas, por supuesto está también está presente en
la familia Cabral, en las preocupaciones cotidianas de profesor que expondrá
con frecuencia en su casa.
Cuatro años más tarde, influido por ese ambiente agrícola y esa
preocupación por las tierras, el hijo de Juvenal Cabral, Amílcar, se trasladará
a Lisboa para estudiar agronomía. Sin embargo, en 1941, cuando su padre escribe
la carta al ministro, el joven Amílcar parece más interesado por la poesía.
Escribe poemas, muchos de ellos amorosos, casi todos influidos por la
literatura clásica, no en vano la biblioteca familiar está repleta de libros
griegos y latinos, herencia del otro abuelo de su padre -fue él quien eligió el
nombre de Juvenal para su nieto e influirá indirectamente en el nombre de su
biznieto-, poemas que firmará en esos momentos como Larbac, anagrama de su
apellido. La literatura estará siempre muy presente en la vida de Amílcar
Cabral, a pesar de que la vida le conducirá por otros derroteros.
Porque cuando llega a Lisboa, a finales de 1945, se vive cierta
efervescencia política y social, hay un momento de ilusión ante las
posibilidades de cambio que pudiera transformar Portugal y, por ende, las
colonias. Aunque procede de Cabo Verde, Amílcar Cabral ha nacido en Bafatá, en
Guinea. De hecho, Guinea-Bissau y Cabo Verde están íntimamente ligadas entre
sí, hay en ese momento un sentimiento de pertenencia a un mismo país, comparten
el crioulo, una lengua franca que se habla en el territorio continental y en el
archipiélago de los Bijagos por etnias que hablan a su vez muchas lenguas y
dialectos diferentes mientras que en Cabo Verde es la lengua más presente junto
al portugués. Pero además, en Lisboa. hay muchos estudiantes de las otras
colonias portuguesas en África, de Angola, Mozambique y Santo Tomé y Principe, entre
ellos hay una enorme convivencia en la Casa de los Estudiantes del Imperio
-Pepetela describe este centro en su novela A
Geração da utopia-, que se convierte en el centro de los estudiantes
africanos, y se relacionan también con estudiantes de la metrópoli que ya
empiezan a manifestar un profundo rechazo al régimen dictatorial.
Son años en que la conciencia de africanidad se da también entre los
estudiantes de otras colonias europeas. No es algo nuevo que llegue de pronto,
pero rebrota con fuerza y se extiende entre poblaciones que reclaman
abiertamente su deseo de tomar el control de sus sociedades, de sus países, en
formas sin duda muy diferentes, con grandes discrepancias entre los diversos
núcleos, pero con una voluntad clara de emancipación. Leopold Sedar Senghor
publica unaAnthologie de la nouvelle
poèsie négre et malgache, por la que Amílcar Cabral se interesa. Está
latente el tema de la negritud y de las relaciones entre blancos, negros y
mestizos. No en vano Cabo Verde es un caso algo diferente al resto de África
pues su población desciende en gran medida de la mezcla entre etnias, en unas
islas que apenas contaba con población hasta el siglo XVI y donde se da hoy una
proporción muy alta de mestizos.
Marcha de la metrópoli en 1952 y se establece en Bissau, donde
comenzará su activismo tanto en el ámbito profesional como político. Es ese
papel destacado entre los núcleos guineanos lo que le reportará no pocos
problemas. En 1955 se le ordena abandonar Bissau y el territorio continental de
Guinea, a donde sólo podrá viajar una vez al año para visitar a la familia.
Aprovecha una de esas visitas para fundar, el 19 de septiembre de 1959, el Partido Africano para la Independencia de Guinea y Cabo Verde (PAIGC), junto a otros
activistas. Son años en los que participa en varios foros internacionales por
la descolonización. Aunque se optará al final por la lucha armada, como ya
ocurre en Angola y en Mozambique, hay en el ideario de Amílcar Cabral una
profunda vocación negociadora, que por desgracia el régimen salazarista no
atiende en absoluto. Tiene también muy claro que esa necesidad de reafricanización de los espíritus que
reclama no se dirige contra los tugas,
los portugueses, que sufren también la dictadura, por lo que presta atención a
las alianzas de las organizaciones antifascistas, cualquiera que sea el ámbito
territorial en la que actúen.
La guerra colonial en Guinea Bissau será cruenta, brutal, y
determinará en gran medida a que una parte de los soldados portugueses acaben
apoyando el movimiento de los capitanes que desencadenará la revolución de los
claveles en 1974. Por desgracia, Amílcar Cabral no lo verá, muere asesinado en
enero de 1973 en Conakry por una facción del PAIGC que es desactivada horas
después por mandato de Seku Turé, presidente de Guinea-Conakry, donde se
hallaba refugiado Cabral y parte de la dirección del partido. Este hecho no
beneficiará al ejército portugués, al contrario, se intensifica la guerra que
se detendrá tras el 25 de abril de 1974. Unos meses antes, el 24 de septiembre
de 1973, se había declarado unilateralmente la independencia.
Amílcar Cabral, poeta, político, agrónomo, es hoy unas de las figuras
claves no sólo en Cabo Verde y Guinea Bissau, sino en toda África y que sigue
siendo reivindicada por el pensamiento político y social actual.
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