Lo habíamos olvidado casi
por completo. Ahora, con su fallecimiento, todavía en prisión desde que lo
detuvieran en 1992, ha reaparecido del olvido. Quienes nos interesamos por
América Latina, por su literatura (sobre todo), por su historia y por su
situación política y social sabíamos quién era y lo que hacía. También lo que
pensaba, aunque el pensamiento del Camarada
Gonzalo, su nombre de guerra, resultaba bastante confuso, un popurrí de
ideas y conceptos a veces difícil de seguir e imposible de entender, aunque él
fue, antes de su aventurismo armado, profesor de filosofía y uno espera una exposición
más clara, tal vez unos conceptos más humanos, aunque esto, ya sabemos, no
siempre funciona así, el siglo pasado nos ha dado no pocos ejemplos de cómo con
bellas palabras o en círculos muy cultos pueden darse las peores masacres.
En todo caso, Abimael
Guzmán estuvo en boca de todos como dirigente de un grupo armado, una guerrilla
sanguinaria conocida como Partido Comunista del Perú – Sendero Luminoso. Lo de
Sendero Luminoso procede de una cita de José Carlos Mariátegui, el pensador y
político comunista peruano y uno de los fundadores del Partido Comunista de
Perú a principios del siglo XX. En la década de los ochenta Sendero Luminoso llevó
a cabo su actividad más sangrienta. Se enfrentó al Estado burgués, al capitalismo,
lo propio en quien pretende instaurar un régimen comunista, pero también sus
guerrilleros actuaron contra quienes consideraban revisionistas de los
principios marxistas-leninistas-maoístas-pensamiento Gonzalo. En su punto de
mira hubo tanto activistas sociales como dirigentes y militantes de otros
partidos de izquierda. Asesinaron a bastantes de ellos. Su acción recordaba no
poco a lo que estaba pasando en Camboya en ese momento, con los Jemeres Rojos en
el poder y la masacre terrible de la población local. Si Sendero Luminoso hubiera
llegado al poder, los resultados no hubiesen sido muy diferentes.
Eduardo Galeano advirtió que
se puede prever cómo serían sus políticas observando sus acciones presentes, y
las acciones de Sendero Luminoso no dejaban lugar a dudas. El dirigente
campesino peruano Hugo Blanco denunció la doble opresión que sufrían los
trabajadores del campo, la de los propietarios y la de Sendero Luminoso, que
los amenazaba con sus acciones. Mario Vargas Llosa intenta comprender en Historia de Mayra las motivaciones de
quien se echa al monte, aunque su personaje en la novela pertenece a otra
corriente política.
Porque Sendero Luminoso
incorporó a su ideario el del presidente Mao y su práctica durante la
Revolución Cultural, un momento de la historia de China bastante represivo. El
maoísmo se convirtió en los sesenta en otra de las corrientes del marxismo, el sesentayochismo lo popularizó en Europa
y en Estados Unidos, donde surgieron partidos, grupos y algunos embriones
revolucionarios bastantes exiguos que defendían las tesis del presidente Mao.
Claro que no todos adoptaron las vías cruentas de Sendero Luminoso ni lo
pretendieron.
En el País Vasco una de
las primeras escisiones en ETA tuvo que ver con estas discusiones teóricas del
marxismo. En 1966 la V Asamblea expulsaba de sus filas a Patxi Iturrioz y a
Eugenio del Río que defendían una vía mucho más obrerista de la organización y
una línea en aquel momento vagamente maoísta. El grupo que surgió de la
expulsión se conoció durante unos meses como Komunistak y poco después nacía el Movimiento Comunista, que
abandonó la lucha armada y se extendió por todo el Estado. Durante la década de
los setenta este partido se consideró maoísta, hasta que poco a poco fue
diluyendo su maoísmo, incluso el marxismo, imagino que como fruto de unos
tiempos y un país que iba dejando atrás una cultura política obrera y abrazaba
una concepción de clase media vagamente progresista y muy posmoderna. También
aquí tuvo cierto peso político la Organización Revolucionaria de los
Trabajadores, cuyas juventudes portaban el adjetivo claro y evidente de maoístas. Hubo presencia, por último,
del Partido Comunista de España (marxista – leninista), que inició su andadura
en 1964, defendiendo la política del presidente Mao hasta que tras la ruptura
de la Albania de Enver Hoxha con China optaron por aquel país.
Cuesta trabajo entender
que quien lucha por la emancipación humana o de la clase obrera defienda un
régimen autoritario, aunque sólo sea de un modo táctico. Una conocida mía,
militante de un partido marxista, de otra tendencia, lógicamente, suele
afirmar, no sin ironía pero de un modo muy clarividente, que en estas
cuestiones logísticas se guía por el consejo de su abuela: nunca quieras
para los demás lo que no quieres para ti. André Breton lo tuvo claro cuando
consideró que no eran compatibles las ideas emancipadores y el surrealismo con
las férreas directrices estalinistas sobre el arte y la vida, lo que supuso su distanciamiento
del Partido Comunista francés.
Coincide por lo demás la
muerte de Abimael Guzmán con un debate promovido en Europa sobre las
consecuencias sangrientas del marxismo. Una dirigente política ha criticado estos
días las publicaciones recientes del Manifiesto
Comunista realizadas por varias editoriales poniendo sobre la mesa la
cantidad de muertos que han producido las políticas comunistas. Me temo que en
nombre de conceptos e ideas emancipatorias se han cometido demasiadas masacres.
Las religiones, sin ir más lejos, no han escapado de esta lógica cruenta, a
pesar de sus mensajes de paz y amor. Nuestras democracias liberales tuvieron
como inicio una revolución francesa que ni de lejos fue un ejemplo de
tolerancia y pacifismo. Ya se sabe, quien esté libre de pecado que tire la
primera piedra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario