«Cada instante se vive sólo una vez. No puedes volver atrás», lamenta
el doctor David Foster, interpretado por Mark Stevens, casi al final de la
película España otra vez, cuando
percibe su vuelta a Barcelona como un fracaso íntimo y asume que nunca debió
volver. Experto en neurocirugía, asistente a un congreso internacional, el
doctor Foster había estado en España treinta años atrás, durante la guerra
civil como médico encuadrado, sin decirlo en la película, cosas de la censura,
en las Brigadas Internacionales. Ahí se enfrentó a una guerra cruenta, a la
muerte y a la violencia, a un enfrentamiento civil que tuvo en gran medida
mucho de locura. Se enamoró de María, la enfermera española que le asistió entonces
en muchas de sus operaciones de soldados destrozados por la metralla.
Treinta años después es
otro hombre. Neurocirujano famoso, casado, con hijos y domicilio en Nueva York,
nada tiene que ver con aquel médico comprometido e internacionalista que estuvo
en España. No sabemos al principio, lo intuimos en todo caso, si regresa para
reencontrarse consigo mismo o para poder contemplar el país que dejó atrás,
para reencontrarse también con quienes conoció en aquel momento, al igual que
Max Aub, que regresó también en 1969, sin duda por los mismos motivos. El país
es otro, los viejos conocidos también han cambiado, como sin duda él mismo ha
cambiado. Se encuentra, no obstante, con la hija de aquella María de quien
estuvo enamorado, una bailadora andaluza que también lleva su nombre y cuyo
parecido es lo único que parece retrotraerlo de verdad a aquel tiempo.
María, interpretada por
la bailadora Manuela Vargas, le acompañará durante un par de días por Barcelona
y por el Ebro, allí donde el doctor Foster estuvo con su madre. Nace así una
atracción entre ambos. Nos damos cuenta de que en realidad el doctor Foster
intenta una vuelta atrás, busca revivir el pasado, recuperar lo que vivió, pero
descubre que el tiempo pasa de forma ineludible para no volver y no podemos
nunca revivir lo que fue vivido. Al igual que le ocurrió a Max Aub, lo pasado
queda inexorablemente como pasado, la nostalgia es un ejercicio vano si con
ella lo que pretendemos es confrontarnos a las cosas tal como fueron.
Sin embargo, la memoria
mantiene los recuerdos, los traslada una y otra vez al presente y a veces se
vuelve imprescindible intentar enfrentarse a aquellos lugares que fueron
nuestros en otros tiempos. Puede que en el caso del doctor Foster lo que se
busque en parte es poner orden en aquello que no se cerró en su momento, que no
se cerró correctamente, que sigue abierto, fijo en la memoria.
España
otra vez es una película que dirigió Jaime Camino y cuyo guion
lo escribieron a seis manos el propio director, Román Gubern y el escritor
estadounidense Alvah Bessie, que interpreta al otro doctor que viaja, junto a
Foster, al congreso de Barcelona. Hay que tener en cuenta que los tres
guionistas poseían una mirada crítica de la realidad. Tanto Jaime Camino,
miembro de la Escuela de Barcelona, como Román Gubern, encuadrado en aquella Gauche Divine referencial en la cultura
del momento, tuvieron no pocos problemas con la censura franquista, mientras
que Alvah Bessie fue uno de los diez de
Hollywood, la primera de las listas negras durante la época del macartismo,
y antes había formado parte de las Brigadas Internacionales. No eran las suyas,
por tanto, miradas objetivas ni equidistantes en absoluto.
Sin duda fue por ello la
primera película realizada en la España franquista desde la perspectiva de los
derrotados, sin una consigna expresa de la España oficial, sin una carga
negativa hacia el bando republicano, para lo cual hubo que adaptar bastante el
guion, destacando, más que las razones de cualquiera de los dos lados, el
horror y la locura de la guerra. Hay que tener en cuenta que los años sesenta
fueron años de cierto aperturismo del régimen o, cuanto menos, de una enorme
desideologización del franquismo, algo que apreciamos ya antes de esta película
en otras obras, lo vemos por ejemplo, ya un decenio antes, en la novela El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio,
donde se rememora momentos de la guerra con no poca objetividad.
En todo caso, es algo que
cambiará ligeramente en los años inmediatos a España otra vez, en el lustro inmediato, cuando la dictadura, ante
la crisis, el ascenso de la oposición, el rechazo internacional, la revolución
portuguesa y la aparición de algunas disidencias más que notables en el aparato
del Estado, tuvo un giro de nuevo extremadamente autoritario. Pero parte de ese
régimen ya estaba negociando para una apertura necesaria sin duda si se
pretendía evitar cambios bruscos.
Desde luego, el doctor
Foster asume en clave personal la imposibilidad de volver atrás. Dejó en el
pasado lo que fue y lo que pudo ser, no va a poder revivir aquella pasión de
antaño. Pero cabe tal vez una lectura colectiva de sus palabras, un mensaje de
que aquella República tampoco se recuperaría ya, que todo iba a ser nuevo a
partir de ese momento, porque el tiempo no pasa en balde. Claro que hoy, casi cincuenta
años después de la película, habrá quien lamente sobre todo lo que pudo ser y
no fue, que no se alcanzaran las perspectivas que muchos, sin duda, tenían y
que tal vez todo ello nos haya traído a los lodos de hogaño.
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