jueves, 17 de mayo de 2018

«España otra vez»


«Cada instante se vive sólo una vez. No puedes volver atrás», lamenta el doctor David Foster, interpretado por Mark Stevens, casi al final de la película España otra vez, cuando percibe su vuelta a Barcelona como un fracaso íntimo y asume que nunca debió volver. Experto en neurocirugía, asistente a un congreso internacional, el doctor Foster había estado en España treinta años atrás, durante la guerra civil como médico encuadrado, sin decirlo en la película, cosas de la censura, en las Brigadas Internacionales. Ahí se enfrentó a una guerra cruenta, a la muerte y a la violencia, a un enfrentamiento civil que tuvo en gran medida mucho de locura. Se enamoró de María, la enfermera española que le asistió entonces en muchas de sus operaciones de soldados destrozados por la metralla.

Treinta años después es otro hombre. Neurocirujano famoso, casado, con hijos y domicilio en Nueva York, nada tiene que ver con aquel médico comprometido e internacionalista que estuvo en España. No sabemos al principio, lo intuimos en todo caso, si regresa para reencontrarse consigo mismo o para poder contemplar el país que dejó atrás, para reencontrarse también con quienes conoció en aquel momento, al igual que Max Aub, que regresó también en 1969, sin duda por los mismos motivos. El país es otro, los viejos conocidos también han cambiado, como sin duda él mismo ha cambiado. Se encuentra, no obstante, con la hija de aquella María de quien estuvo enamorado, una bailadora andaluza que también lleva su nombre y cuyo parecido es lo único que parece retrotraerlo de verdad a aquel tiempo.

María, interpretada por la bailadora Manuela Vargas, le acompañará durante un par de días por Barcelona y por el Ebro, allí donde el doctor Foster estuvo con su madre. Nace así una atracción entre ambos. Nos damos cuenta de que en realidad el doctor Foster intenta una vuelta atrás, busca revivir el pasado, recuperar lo que vivió, pero descubre que el tiempo pasa de forma ineludible para no volver y no podemos nunca revivir lo que fue vivido. Al igual que le ocurrió a Max Aub, lo pasado queda inexorablemente como pasado, la nostalgia es un ejercicio vano si con ella lo que pretendemos es confrontarnos a las cosas tal como fueron.

Sin embargo, la memoria mantiene los recuerdos, los traslada una y otra vez al presente y a veces se vuelve imprescindible intentar enfrentarse a aquellos lugares que fueron nuestros en otros tiempos. Puede que en el caso del doctor Foster lo que se busque en parte es poner orden en aquello que no se cerró en su momento, que no se cerró correctamente, que sigue abierto, fijo en la memoria.

España otra vez es una película que dirigió Jaime Camino y cuyo guion lo escribieron a seis manos el propio director, Román Gubern y el escritor estadounidense Alvah Bessie, que interpreta al otro doctor que viaja, junto a Foster, al congreso de Barcelona. Hay que tener en cuenta que los tres guionistas poseían una mirada crítica de la realidad. Tanto Jaime Camino, miembro de la Escuela de Barcelona, como Román Gubern, encuadrado en aquella Gauche Divine referencial en la cultura del momento, tuvieron no pocos problemas con la censura franquista, mientras que Alvah Bessie fue uno de los diez de Hollywood, la primera de las listas negras durante la época del macartismo, y antes había formado parte de las Brigadas Internacionales. No eran las suyas, por tanto, miradas objetivas ni equidistantes en absoluto.

Sin duda fue por ello la primera película realizada en la España franquista desde la perspectiva de los derrotados, sin una consigna expresa de la España oficial, sin una carga negativa hacia el bando republicano, para lo cual hubo que adaptar bastante el guion, destacando, más que las razones de cualquiera de los dos lados, el horror y la locura de la guerra. Hay que tener en cuenta que los años sesenta fueron años de cierto aperturismo del régimen o, cuanto menos, de una enorme desideologización del franquismo, algo que apreciamos ya antes de esta película en otras obras, lo vemos por ejemplo, ya un decenio antes, en la novela El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio, donde se rememora momentos de la guerra con no poca objetividad.  

En todo caso, es algo que cambiará ligeramente en los años inmediatos a España otra vez, en el lustro inmediato, cuando la dictadura, ante la crisis, el ascenso de la oposición, el rechazo internacional, la revolución portuguesa y la aparición de algunas disidencias más que notables en el aparato del Estado, tuvo un giro de nuevo extremadamente autoritario. Pero parte de ese régimen ya estaba negociando para una apertura necesaria sin duda si se pretendía evitar cambios bruscos.  

Desde luego, el doctor Foster asume en clave personal la imposibilidad de volver atrás. Dejó en el pasado lo que fue y lo que pudo ser, no va a poder revivir aquella pasión de antaño. Pero cabe tal vez una lectura colectiva de sus palabras, un mensaje de que aquella República tampoco se recuperaría ya, que todo iba a ser nuevo a partir de ese momento, porque el tiempo no pasa en balde. Claro que hoy, casi cincuenta años después de la película, habrá quien lamente sobre todo lo que pudo ser y no fue, que no se alcanzaran las perspectivas que muchos, sin duda, tenían y que tal vez todo ello nos haya traído a los lodos de hogaño.

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