viernes, 18 de noviembre de 2022

Fútbol

 


Ni se imaginarían los miembros de la bilbaína Sociedad Gimnástica Zamacois cuando montaron en 1898 un equipo de fútbol local el enorme éxito de esta actividad, que sobrepasaría lo deportivo para volverse un pilar fundamental de la sociedad, algo que iba a incidir incluso en la identidad de la capital vizcaína, un ícono del poderío de la Villa, un estandarte de la nación vasca. El 5 de abril de 1901 se dio forma legal a la iniciativa y se aprobaron en el Café García, sito en el número 8 de la Gran Vía Lope de Haro, céntrica avenida de la ciudad industriosa, los estatutos del que se conocía ya como el Athletic Club de Bilbao.

Sin duda, los participantes en tal iniciativa estaban influidos por los nuevos aires que consideraban el deporte como una actividad beneficiosa para todas las personas. El escritor costumbrista y corredor de comercio Manuel Aranaz Castellanos rompió a favor de todos los deportes una lanza para que se dejasen de considerar una mera actividad propia de señoritos holgazanes y fueran contemplados como esenciales para una vida sana. El progresismo social de la época fomentó el deporte, tanto el individual por su aporte a la salud como el grupal por sus enseñanzas para la cooperación entre los individuos. Incluso entre el movimiento obrero revolucionario el deporte se consideraba algo importante en el proceso de emancipación de la clase trabajadora y de las capas populares, apareciendo una corriente anarconaturista o naturalismo libertario que consideraba la actividad deportiva como algo fundamental.

Poco antes de que se fundara el Athletic Club de Bilbao, el francés Pierre Frèdy de Coubertin, pedagogo e historiador, creaba el Movimiento Olímpico, fundaba el Comité Olímpico Internacional y colaboró para que en 1896 se celebraran en Grecia los primeros Juegos Olímpicos de la edad moderna. Es verdad que en este olimpismo internacional participaron los estamentos más altos de la sociedad, nobleza, gran burguesía, pero también lo es que el apoyo al deporte como actividad positiva para el género humano estuvo muy presente en todas las clases sociales y en las diversas corrientes ideológicas existentes en la época.

¿Cómo fue posible entonces que los Juegos Olímpicos, con sus mensajes de cooperación y de paz internacionales, acabaran convirtiéndose primero en escenario de propaganda de los diversos países y de los diferentes regímenes políticos y económicos, y luego se volvieran la justificación idónea para operaciones urbanísticas que reportaban pingües beneficios a grandes grupos empresariales?

¿Qué ha pasado para que el deporte rey, el fútbol, se haya convertido hoy más que en un deporte de grupo en un espectáculo de masas que mueve enormes cantidades de dinero y los equipos sean pantallas de grandes empresarios y de negocios subalternos en forma de derechos de imagen, especulación y otros negocios?

En 2019 la Real Federación Española de Fútbol, presidida por Luís Rubiales, firmaba con Arabia Saudí un acuerdo por el que se jugarían en este país varios partidos correspondientes a la Supercopa de España, lo que ocurrió por primera vez en 2020, con la final que enfrentó entonces al Real Madrid y al Atlético de Madrid. Al año siguiente la crisis sanitaria del COVID impidió que se pudiera cumplir el acuerdo. Pero en enero de este año varios partidos se realizaron en aquel país. Es decir, equipos españoles que competían por un galardón español jugaron en Arabia Saudí sus partidos. Entre ellos estaba el Athletic Club de Bilbao, fundado 124 años antes. Apenas nadie protestó porque algo tan simbólico en el entramado nacional como es el fútbol se acabara jugando en el extranjero. Desde luego ningún patriota de ningún tipo elevó la voz para defender que la Supercopa de España se jugase en España.

Los negocios son los negocios y Arabia Saudí supo sin duda colocar un dineral en patrocinio de la Supercopa y en cuya negociación participó la empresa Kosmos, del jugador Gerard Piqué. Tampoco hay que olvidar que Arabia Saudí es comprador de tecnología española, que varias empresas invierten en el país y además Arabia Saudí compra armamento español, se lo compra entre otras a empresas armamentísticas sitas en el País Vasco y que salen del Puerto de Bilbao, la ciudad del Athletic.



¿Está Arabia Saudí implicada en una guerra? Lo está. Ese armamento sirve para bombardear Yemen, en una guerra de la que casi nadie habla, que genera muertos, refugiados, daños enormes a una población y, de paso, la muerte también de soldados saudíes. Tampoco se habla mucho de la situación de los derechos humanos en el país, sin libertades democráticas, con represión y persecución a minorías y a disidentes. Claro que la culpa no la tienen los equipos de fútbol españoles que van a jugar a allí un galardón español y tampoco las empresas que hacen su agosto con los negocios en este país. O al menos no son responsables más que de un modo tangencial. Y además todo indica que el espectáculo va a seguir alegrando a los aficionados españoles en unos meses.

Alegría que a todas luces los aficionados al fútbol de todo el planeta van a tener durante estas últimas semanas del 2022 gracias a la Copa del Mundo de Catar, país elegido como sede en 2010 por la FIFA y que en tiempo record, doce años, ha construido estadios, infraestructuras e incluso una ciudad completamente nueva para que el espectáculo no pare. Durante estos doces años se han podido vivir muchas cosas y circunstancias, incluso entre ellas una operación judicial por cohecho, fraude y lavado de dinero contra personas vinculadas a la FIFA y el 27 de mayo de 2015 se detenía en Suiza, nada menos que en un hotel de lujo, a catorce personas, nueve de ellas pertenecientes al órgano rector de la FIFA, operación en la que intervenía, entre otras agencias estatales de seguridad, el FBI.

El espectáculo se va a dar pese a todo en Catar, pese a que algunos artistas internacionales hayan rechazado acudir a la gala de inauguración por la situación de los derechos humanos en el país, pese a los efectos ambientales de haber montado una infraestructura faraónica y muy contaminante en un año que hemos comprobado la gravedad de la crisis del cambio climático, pese a la persecución de minorías, pese a la explotación de personas emigradas al país para trabajar en condiciones nefastas. Claro que las autoridades cataríes han recordado que Europa tampoco puede dar muchas lecciones respecto a esto último, con un Mediterráneo convertido en cementerio y los campos de cultivo del sur de Europa sacados adelante por emigrantes que trabajan largas jornadas por sueldos de miseria. Y no les falta razón.

Más información en:

https://ongietorrierrefuxiatuak.info/es/2020/03/20/documental-la-guerra-empieza-aqui/

https://lamediainglesa.com/

https://www.youtube.com/watch?v=lUiSATkg8xI

https://www.youtube.com/watch?v=9i4ndb0KjJU

 

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