Ni se imaginarían los
miembros de la bilbaína Sociedad Gimnástica Zamacois cuando montaron en 1898 un
equipo de fútbol local el enorme éxito de esta actividad, que sobrepasaría lo
deportivo para volverse un pilar fundamental de la sociedad, algo que iba a
incidir incluso en la identidad de la capital vizcaína, un ícono del poderío de
la Villa, un estandarte de la nación vasca. El 5 de abril de 1901 se dio forma
legal a la iniciativa y se aprobaron en el Café García, sito en el número 8 de
la Gran Vía Lope de Haro, céntrica avenida de la ciudad industriosa, los
estatutos del que se conocía ya como el Athletic Club de Bilbao.
Sin duda, los
participantes en tal iniciativa estaban influidos por los nuevos aires que
consideraban el deporte como una actividad beneficiosa para todas las personas.
El escritor costumbrista y corredor de comercio Manuel Aranaz Castellanos
rompió a favor de todos los deportes una lanza para que se dejasen de
considerar una mera actividad propia de señoritos holgazanes y fueran
contemplados como esenciales para una vida sana. El progresismo social de la
época fomentó el deporte, tanto el individual por su aporte a la salud como el
grupal por sus enseñanzas para la cooperación entre los individuos. Incluso
entre el movimiento obrero revolucionario el deporte se consideraba algo
importante en el proceso de emancipación de la clase trabajadora y de las capas
populares, apareciendo una corriente anarconaturista
o naturalismo libertario que consideraba la actividad deportiva como algo
fundamental.
Poco antes de que se
fundara el Athletic Club de Bilbao, el francés Pierre Frèdy de Coubertin,
pedagogo e historiador, creaba el Movimiento Olímpico, fundaba el Comité
Olímpico Internacional y colaboró para que en 1896 se celebraran en Grecia los
primeros Juegos Olímpicos de la edad moderna. Es verdad que en este olimpismo
internacional participaron los estamentos más altos de la sociedad, nobleza,
gran burguesía, pero también lo es que el apoyo al deporte como actividad
positiva para el género humano estuvo muy presente en todas las clases sociales
y en las diversas corrientes ideológicas existentes en la época.
¿Cómo fue posible
entonces que los Juegos Olímpicos, con sus mensajes de cooperación y de paz
internacionales, acabaran convirtiéndose primero en escenario de propaganda de
los diversos países y de los diferentes regímenes políticos y económicos, y
luego se volvieran la justificación idónea para operaciones urbanísticas que
reportaban pingües beneficios a grandes grupos empresariales?
¿Qué ha pasado para que
el deporte rey, el fútbol, se haya convertido hoy más que en un deporte de
grupo en un espectáculo de masas que mueve enormes cantidades de dinero y los
equipos sean pantallas de grandes empresarios y de negocios subalternos en
forma de derechos de imagen, especulación y otros negocios?
En 2019 la Real
Federación Española de Fútbol, presidida por Luís Rubiales, firmaba con Arabia
Saudí un acuerdo por el que se jugarían en este país varios partidos
correspondientes a la Supercopa de España, lo que ocurrió por primera vez en 2020,
con la final que enfrentó entonces al Real Madrid y al Atlético de Madrid. Al
año siguiente la crisis sanitaria del COVID impidió que se pudiera cumplir el
acuerdo. Pero en enero de este año varios partidos se realizaron en aquel país.
Es decir, equipos españoles que competían por un galardón español jugaron en
Arabia Saudí sus partidos. Entre ellos estaba el Athletic Club de Bilbao,
fundado 124 años antes. Apenas nadie protestó porque algo tan simbólico en el
entramado nacional como es el fútbol se acabara jugando en el extranjero. Desde
luego ningún patriota de ningún tipo elevó la voz para defender que la
Supercopa de España se jugase en España.
Los negocios son los
negocios y Arabia Saudí supo sin duda colocar un dineral en patrocinio de la Supercopa
y en cuya negociación participó la empresa Kosmos, del jugador Gerard Piqué.
Tampoco hay que olvidar que Arabia Saudí es comprador de tecnología española,
que varias empresas invierten en el país y además Arabia Saudí compra armamento
español, se lo compra entre otras a empresas armamentísticas sitas en el País
Vasco y que salen del Puerto de Bilbao, la ciudad del Athletic.
¿Está Arabia Saudí
implicada en una guerra? Lo está. Ese armamento sirve para bombardear Yemen, en
una guerra de la que casi nadie habla, que genera muertos, refugiados, daños
enormes a una población y, de paso, la muerte también de soldados saudíes. Tampoco
se habla mucho de la situación de los derechos humanos en el país, sin
libertades democráticas, con represión y persecución a minorías y a disidentes.
Claro que la culpa no la tienen los equipos de fútbol españoles que van a jugar
a allí un galardón español y tampoco las empresas que hacen su agosto con los
negocios en este país. O al menos no son responsables más que de un modo tangencial.
Y además todo indica que el espectáculo va a seguir alegrando a los aficionados
españoles en unos meses.
Alegría que a todas luces
los aficionados al fútbol de todo el planeta van a tener durante estas últimas
semanas del 2022 gracias a la Copa del Mundo de Catar, país elegido como sede
en 2010 por la FIFA y que en tiempo record, doce años, ha construido estadios,
infraestructuras e incluso una ciudad completamente nueva para que el
espectáculo no pare. Durante estos doces años se han podido vivir muchas cosas
y circunstancias, incluso entre ellas una operación judicial por cohecho,
fraude y lavado de dinero contra personas vinculadas a la FIFA y el 27 de mayo
de 2015 se detenía en Suiza, nada menos que en un hotel de lujo, a catorce
personas, nueve de ellas pertenecientes al órgano rector de la FIFA, operación
en la que intervenía, entre otras agencias estatales de seguridad, el FBI.
El espectáculo se va a
dar pese a todo en Catar, pese a que algunos artistas internacionales hayan
rechazado acudir a la gala de inauguración por la situación de los derechos
humanos en el país, pese a los efectos ambientales de haber montado una
infraestructura faraónica y muy contaminante en un año que hemos comprobado la
gravedad de la crisis del cambio climático, pese a la persecución de minorías,
pese a la explotación de personas emigradas al país para trabajar en
condiciones nefastas. Claro que las autoridades cataríes han recordado que Europa
tampoco puede dar muchas lecciones respecto a esto último, con un Mediterráneo
convertido en cementerio y los campos de cultivo del sur de Europa sacados
adelante por emigrantes que trabajan largas jornadas por sueldos de miseria. Y
no les falta razón.
Más información en:
https://ongietorrierrefuxiatuak.info/es/2020/03/20/documental-la-guerra-empieza-aqui/
https://www.youtube.com/watch?v=lUiSATkg8xI
https://www.youtube.com/watch?v=9i4ndb0KjJU
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