miércoles, 18 de enero de 2017

A Casa dos Estudantes do Imperio

En el verano de 1961 algo más de un centenar de estudiantes residentes en Portugal se fugan del país. Tras algunos problemas para salir por la frontera del Miño, recorren el norte de España, vuelven a tener problemas en la frontera de Irún, algunos de ellos incluso pasan dos días en un cuartel de la Guardia Civil por carecer de papeles y, al final, atraviesan el Bidasoa y alcanzan su primer objetivo, Francia. La mayoría de ellos son de Angola, en ese momento territorio ultramarino de Portugal, pero los hay también de Mozambique y, menos, de Guinea Bissau, Cabo Verde y Santo Tomé y Príncipe, colonias consideradas por la dictadura de António de Salazar, de un modo no poco pomposo, provincias del Imperio, cuando el concepto de Imperio aplicado a las metrópolis europeas ya estaba a todas luces superado, el proceso descolonizador de África estaba en marcha y sólo Portugal lo mantenía fervientemente. La mayoría se conocen, además, por acudir a la Casa de los Estudiantes del Imperio de Lisboa.

Si la fuga en sí tiene un carácter aventurero digno de la mejor película del género, la preparación de la misma no está exenta de tensión dramática (la realidad supera la ficción, afirmó Oscar Wilde no sin razón). Unos meses antes, en febrero de ese mismo año, comenzaba la resistencia armada en Angola, propiciada por el MPLA (Movimento Popular pela Libertação de Angola), el principal grupo anticolonialista, fundado en 1956 y con una gran red de militantes y simpatizantes no sólo en la colonia, también en Portugal, donde muchos estudiantes africanos han ido a estudiar y buena parte de ellos toman conciencia y se politizan en la metrópoli. De hecho, antes incluso de que se funde el MPLA, muchos estudiantes y emigrantes africanos habían ya tomado contacto con organizaciones de la oposición a la dictadura, como el Movimiento de Unidad Democrática, el Partido Comunista o el Movimiento Anti Colonialista. La Casa de los Estudiantes del Imperio tendrá una importancia fundamental, pues sirve de polo de atracción, como se verá, para los estudiantes de las colonias portuguesas y también para los propios portugueses con quienes compartirán debates y activismo. En Abril de 1961 hay una dirección provisional del MPLA, con sede en Conakry, que, consciente de su debilidad orgánica, hace un llamamiento a los militantes y simpatizantes en Portugal para que refuercen sus estructuras orgánicas sobre todo en Angola, pero también en Conakry, en París y en Frankfurt, donde hay cuadros importantes con imponderables funciones políticas. Edmundo Rocha y Graça Tavares son encargados de organizar un canal para el traslado de activistas, lo que no es fácil, no se puede ir directamente de Portugal a Angola, levantarían de inmediato sospechas y haría inoperante el refuerzo de la organización. Hay que pasar antes por Europa.

Esto conlleva montar una infraestructura difícil de asumir por el MPLA, centrada ya en la guerra en Angola, con dificultades económicas para desviar fondos hacia dicha operación y problemas también para una correcta y segura comunicación con Europa en general, con Portugal en particular. Edmundo Rocha y Graça Tavares perciben que han de buscar alternativas para el éxito de su operación. Encuentran dos vías. La primera es la del Partido Comunista de Portugal, que desde hace unos años apoya la independencia de las colonias y existen ámbitos comunes de activismo entre sus propios militantes y los de las nuevas organizaciones de liberación. Pero el PCP es clandestino también en Portugal, no posee mucha movilidad y lo máximo que consigue es comprometer en la medida de lo posible a los comunistas franceses y, sobre todo, a un famoso abogado de su órbita, Jacques Vergès, muy activo en ese momento a favor de los procesos de descolonización africanos, sobre todo el de Argelia.

La otra vía va a resultar más efectiva. Muchos africanos pertenecen a iglesias protestantes, muchos son metodistas, que en ese momento desarrollan una actividad sensible a cuestiones sociales y muy comprometidos con los problemas y derechos de las poblaciones a las que pertenecen. Son en cierto modo lo equivalente a la teología de la liberación católica, sin recibir ese nombre. Pedro António Filipe entra en contacto con el Consejo Ecuménico de las Iglesias, con sede en Suiza, a través de un Obispo metodista norteamericano, Melvin Blake, que pasa por Lisboa al viajar hacia Ginebra, y que mediará para que ese organismo entre a su vez en contacto con la organización francesa CIMADE, una entidad vinculada a las iglesias protestantes de Francia y dedicada, entre otros asuntos, al apoyo de los refugiados. Un equipo de la CIMADE en coordinación con un equipo angoleño liderado por João Vieira Lopes organizará en buena medida la fuga, que al final se vuelve realidad aquel verano del 61.

Pero, ¿cómo fue posible que se tejiera una red tan grande entre los africanos, de zonas diferentes, de orígenes sociales distintos, entre los que hay blancos y mulatos, además de los estudiantes negros, una red que entrañaba lazos de confianza, más cuando los escenarios de represión como el habido en Portugal, que afectaba a los portugueses europeos pero también a los de ultramar, los procedentes de las colonias, no contribuía a facilitar los mismos? La clandestinidad no facilita las acciones de masas y la represión ejercida por la PIDE, la temible y cruenta Policía Internacional de Defensa del Estado, tampoco permite un buen caldo de cultivo para moverse con comodidad. De hecho, ya muchos activistas africanos han padecido durante los años cincuenta los métodos de este organismo. Sin duda, la Casa de los Estudiantes del Imperio va a permitir que se estrechen los contactos, que entren en contactos organizaciones y personas y que se vayan creando los lazos de confianza suficientes para una labor de emancipación cada vez más importante.

Es curioso, pero A Casa dos Estudantes do Imperio se crea en 1944, a partir de asociaciones previas de estudiantes angoleños, caboverdianos, mozambiqueños, goenses y de Macau, e influencia más que notable de las Mocedades Portuguesas, la organización juvenil afín al régimen, con una vocación integradora en el Estado Novo, el Estado fascista portugués del que António de Salazar, el hombre fuerte de ese mismo régimen, es un defensor irreductible, como se verá incluso a finales de 1961, cuando pretende enfrentarse a India en la crisis de Goa. El objetivo de la Casa de los Estudiantes es constituirla en un polo de atracción para los estudiantes de ultramar, también para los portugueses europeos, y de este modo crear un espíritu afín al régimen y al imperio. Se pretende que sea un centro de convivencia, de intercambio cultural, de afianzamiento de la lusitanidad y del ideario patriótico. Para ello también se dispone de un boletín, Mensagem, que se pretende sea un faro cultural e ideológico. Sin embargo, el resultado es muy diferente. La Casa de los Estudiantes del Imperio se vuelve, en efecto, un foco, pero en el que se intercambian experiencias de vida, se estudian los procesos que se dan en toda África, en Asia y también en América -hay estudiantes brasileños en Portugal que comparten espacios, pero también se observa con atención la lucha de los negros norteamericanos y de los nativos amerindios por su emancipación-, se analizan las teorías políticas que recorren Europa, el boletín Mensagem será un reflejo de ello, y, por último, se comienzan a crear las primeras organizaciones de oposición al fascismo, comunes muchas veces a portugueses y colonizados porque, no se olvide, todos ellos sufren una misma represión, la del Estado y sus siniestras instituciones, como la PIDE.

De hecho, el caso de Portugal es único: los procesos de liberación de las colonias servirán también para que los portugueses tomen conciencia de la situación política y se impliquen en su propio proceso de liberación. Las guerras coloniales serán en gran medida un factor importantísimo para desencadenar el 25 de Abril, la Revolución de los Claveles, que a su vez abrirá la pita a las independencias de las colonias. Al mismo tiempo, la experiencia de la Casa de los Estudiantes será importante para las concepciones políticas y sociales en los procesos de emancipación. No hay que olvidar, antes que nada, que por la Casa pasan buena parte de los que serán líderes africanos: Agostinho Neto, Amílcar Cabral, Marcelino dos Santos, Pedro Pires, Joaquim Chissano, França Van-Dúnem, entre otros muchos. También pasarán por la Casa cuadros medios y escritores, como Pepetela, que escribirá su experiencia en su novela A Geração da Utopía. Comparten un espacio con estudiantes portugueses. Entre ellos, Jorge Sampaio, que será Presidente de la República entre 1996 y 2006, y que fue en 1961, el año de las fugas, un destacado dirigente estudiantil y que recordará siempre su paso por el centro, su convivencia intensa, militante, activa, pero también divertida, con esos bailes nocturnos que humanizaban el activismo. Esa convivencia permitirá que, salvo mínimas expresiones, la lucha por la independencia no se convierta en una lucha contra los tugas, como se llama a los portugueses, contra los blancos en general, y que en los inicios de las nuevas Repúblicas, tras la Revolución de los Claveles, se hable de Estados interraciales o que el mismo Amílcar Cabral exprese su deseo de contribuir a un mundo en el que lo importante no sea el color de la piel ni la identidad nacional, sino la solidaridad y la justicia universales.

La Casa de los Estudiantes del Imperio tuvo su sede en el céntrico barrio del Arco do Cego, en concreto en la avenida Duque D´Ávila, muy cerca del Café Rialva, que se convertiría a su vez en otro centro de reuniones y debates intensos. Tuvo también una delegación en Coimbra. La Casa, visto lo visto, se volvió muy pronto un lugar sospechoso para el régimen, la PIDE comenzaría su vigilancia en los años cincuenta y ya entonces hubo las primeras detenciones. La fuga de 1961 fue la guinda que la puso definitivamente en la picota. Se cerró por orden gubernativa en 1965, tal vez con intención de desmontar todo ese tinglado opositor y resistente, pero los lazos estaban ya montados, el régimen aguantaría aún nueve años, esos sí, la represión fue enorme, pero el descalabro era inevitable y la ruptura se desencadenó el 25 de Abril de 1974. En 2015, con ocasión del 50 aniversario de su cierre, se organizaron en Portugal diversos actos de memoria y homenaje a esa Casa de los Estudiantes del Imperio que fue clave en la historia de Portugal.


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