![](https://1.bp.blogspot.com/-sEQWWuYgfOw/WMGpDoqNoJI/AAAAAAAAA6M/GdY7m8UnuXMf9vfIorkXo7lOLXKs8GhEgCLcB/s400/Guine_PAIGC_Mulher3.jpg)
En 1961, con dieciocho
años, se había comprometido con la lucha en el PAIGC de la mano de Nino Vieira,
guerrillero en aquel momento y después hombre polémico, cuestionado por muchos,
admirado por otros, asesinado en 2009 mientras ocupaba la presidencia de la
República bissauguineana, tras una larga carrera política. En todo caso, en
aquel momento no parecía fácil tomar una decisión así, más cuando se es mujer.
La clandestinidad y la guerrilla son cosas de hombres, nos lo puede parecer a
veces y nos engañan los pocos nombres que nos quedan de las activistas de la
liberación africana, lo mismo nos ocurre también con otras luchas
emancipatorias, en cualquier lugar del mundo. Pero las hubo y el hecho de ser
mujeres añadía una razón más para el compromiso. «Temos que ir à frente para mostrar aos homes que também somos capazes»,
le diría a su compañera de luchas Carmen Pereira, la primera mujer en ocupar
altos cargos políticos en toda África. Ambas se encuadraron durante un tiempo
en el frente sur y Titina Silá llegó a ser su comandante. Fue tal su
compromiso, su importancia, que António Spinola, por aquel entonces gobernador
militar de Guinea Bissau y después vicejefe del Estado Mayor portugués, cuando
se produjo la Revolución de los Claveles, la consideró como uno de los
principales blancos a batir.
![](https://2.bp.blogspot.com/-VfUYBHBfTBc/WMGpNizl71I/AAAAAAAAA6Q/v1j_CD2EQwUplGZNHbjXU8Q7vc7T-oYFwCLcB/s1600/guine.jpg)
Ni Amilcar Cabral ni
Titina Silá pudieron ver una Guinea independiente. Tampoco se materializó el
ideal de una sociedad emancipada, una sociedad de hombres y mujeres libres con
la que ambos soñaron. El propio Cabral murió como consecuencia de fricciones
internas que tal vez presagiaban una historia complicada, una historia de
luchas de poder, derrotas y dejaciones. Parece una condena, que todas las
revoluciones y todos los procesos de emancipación, cualesquiera que sean los medios
empleados, pacíficos o violentos, rupturistas o paulatinos, sucumban bien a la
violencia, bien a la tiranía, bien a la desidia, esa desidia que se apoderó de
Guinea Bissau a finales de siglo, que continuó durante años. Es como si la
historia quisiera mostrar como vanos los esfuerzos de las combatientes, como si
hubiera una condena eterna, la imposibilidad de salir de los esquemas de
opresión. Claro que sin tales esfuerzos las cosas serían hoy mucho peores, sin
duda.
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