domingo, 20 de diciembre de 2020

El alirón de Teresita Zazá

 


A finales de 1913 el balompié causaba furor en Bilbao. No hacía ni siquiera veinte años que se inició la afición por este deporte, que entró de la mano –o de los pies, habría que decir– de los marineros ingleses que ocupaban sus horas muertas en el puerto jugando al football. Pronto se incorporarían algunos trabajadores locales que lo dieron a conocer a otros vizcaínos, en un momento en el que la actividad deportiva comenzaba a difundirse tanto en la capital como en la provincia, coincidiendo con un interés intenso por la salud y la higiene, que en buena medida fomentaron algunas organizaciones populares así como también algunos benefactores de cierta alcurnia, tal fue el caso de Manuel Aranaz Castellanos.

En 1898 surgió de entre algunos miembros de la Sociedad Gimnástica Zamacois la iniciativa de juntarse para jugar a este deporte. Le dieron incluso nombre al equipo, Athletic Club de Bilbao, al que se otorgó forma legal el 5 de abril de 1901 en una asamblea realizada en el céntrico Café García, sito en el número 8 de la Gran Vía de Bilbao.

Tal fue el arrebato causado por el fútbol en la ciudad que eran frecuentes las algaradas lúdico-festivas y aquel año apoteósico, 1913, no sólo el equipo ganó partidos y copas, sino que inauguró el campo de San Mamés. Tales celebraciones solían acabar en el barrio de San Francisco, zona por entonces de regocijo y diversión, en la que alternaban los señoritos bilbaínos, los hijos de las familias patricias de la ciudad y los mineros que bajaban al barrio los días de cobro a olvidarse de las duras jornadas de trabajo y de la vida precaria que llevaban.

Por aquel entonces el Barrio de San Francisco era conocido como la zona alegre y un tanto libertina de una ciudad liberal en muchos aspectos, pero también conservadora en sus costumbres. Parece que la fama de la zona, con sus garitos variados y sus querencias licenciosas, traspasó fronteras y llegó a oídos del mismísimo Bertolt Brecht, quien escribió La canción de Bilbao. Aunque puede que eligiera esta ciudad por la sonoridad de su nombre.

Sea lo que fuere, la noche del 29 de diciembre del año en cuestión cantaba en el afamado Salón Vizcaya, sito en el número 40 de la calle San Francisco, uno de los más frecuentados por señoritos y patricios bilbaínos, Teresita Zazá, una jovencísima cupletista extremeña, de nombre real Teresa Maraval Torres, que el año anterior había iniciado su carrera en el Triano Palace de Madrid y que empezaba a ser conocida entre los aficionados a ese género.



Entre los diferentes cuplés cantó uno que no pasó desapercibido por el público de aquella noche, compuesto mayoritariamente por aficionados del Athletic que celebraban uno de los triunfos del equipo, y en cuya letra se repetía:

En Madrid se ha puesto en moda la canción del 'Alirón,

y no hay nadie en los madriles que no sepa esta canción,

y las niñas ya no entregan a un galán su corazón,

si no sabe enamorarlas al compás del alirón.

Alirón, alirón, alirón pom, pom, pom...

 

Teresita Zazá ni imaginó que ese cuplé iba a tener una repercusión sin igual. Nadie conoce su destino ni el futuro de sus actos. Cuando llevaba poco más de un año de actuaciones por toda España, ni siquiera intuía que dos años después viviría en Argentina, donde obtuvo un éxito inmenso, que tendría una gira por varias ciudades latinoamericanas y que cantaría con Gardel.

Aquella noche sólo supo que un público enfervorizado cantó con ella la canción del alirón y a un donairoso se le ocurrió emplear el final del estribillo para ensalzar a su equipo y soltó, al terminar ella su cuplé, entre aplausos y vítores:

Alirón, alirón, ¡el Athletic campeón!

Corrió como la pólvora por las calles del Barrio. Puede que Teresita Zazá, habituada a esas zumbas, olvidase la ocurrencia del garboso, pero el bordón volvió a repetirse unos meses después, el 10 de mayo, cuando el equipo bilbaíno le ganó al equipo España de Barcelona y obtuvo gracias a ese triunfo el mayor galardón aquel año.

Ni qué decir tiene que resultaba pegadizo, aunque nadie sabía a ciencia cierta qué significaba aquello del alirón. Por ser Vizcaya en gran medida tierra minera, se dijo que la expresión derivaba de una locución del sector, all iron, que los capataces ingleses que gestionaban algunas empresas británicas, explotadoras de varias minas vizcaínas, sobre todo en Gallarta, colocaban en las carretillas cuando el hierro que portaban era de especial calidad y por el que los mineros recibían un complemento a su salario.

Otra versión indica que Alirón proviene de una palabra árabe, all´il´lán, que significa proclamación y durante un tiempo así lo indicó el diccionario de la RAE, aunque se eliminó a principios de este siglo.

Cuando Teresita Zazá regresó de América en 1927 para retirarse del espectáculo tras algunas actuaciones en Madrid y Barcelona, sólo intervino dos años después en la película La del soto del Parral, el alirón del Athletic ya estaba popularizado, sin que sepamos si la cupletista recordaba su actuación en el afamado Salón Vizcaya de San Francisco.

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